viernes, octubre 26, 2007

2.00 am

Hoy prefiero quedarme despierta un rato más.

La madrugada es demasiado fría y obscura, penetrantemente silenciosa y un tanto evasiva, pero yo he decidido quedarme aquí despierta un rato más. Alrededor todo se ha quedado dormido, el viento parece no soplar y solo queda la luz de mi pantalla.

Me encantan las noches así, a la mitad de la nada, rodeada de todos sin sentirse acompañada, como si fuera la única persona consciente en todo el mundo, como si yo fuera “todo el mundo”. Y sentarme frente a mi maquina, con un leve fondo musical y escuchar el tecleo de mis mudas palabras.

Palabras que no voy a pronunciar por temor a irrumpir el indescriptible silencio que se forma entre la música el teclado y mis oídos. Sentarme a escuchar el incesante gruñir del ordenador, a percibir el frío inequívoco de mis manos, la irrevocable sensación de existir.

Suspendida en el tiempo, un tiempo negro que no parece dejar de serlo nunca, bañada en mis respiraciones y la invisible neblina de la madrugada, encismada en el tintineo del procesador de textos, pensando en nuestra inagotable necesidad de comunicación, pero también en nuestra necedad de anonimato. Me pregunto si esto se siente ser anónimo, sin ojos que me vean, ni alguien que escuche el ruido de mis teclas.

El anonimato de la alborada, que se pierde sutilmente entre la respiración de los cobijados, quedando yo como parte del sueño, como una anónima soñada entre sus ideas, como si fuera la historia mental de algún hombre que sin sentirse anónimo se ha quedado dormido.

Me pregunto si habrá algún aspirante a anonimato que a la mitad de la noche, como yo, haya preferido quedarse despierto un rato más.

miércoles, octubre 10, 2007

Desde lo Efímero a lo Eterno

Mirando hacia atrás vislumbre el remolino de lo que alguna vez fue mi existencia.

Vislumbre las hojas caídas y el neón de las imágenes distorsionadas, las noches interminables y el ruido en mi cabeza. Volteando atrás no comprendí el caos de mi presencia ni las múltiples horas de histeria. Mirando atrás me perdí entre mis diversos y vanos intentos de crear un mundo fantástico, una salida de emergencia sin punto de partida, sin punto de llegada, una salida de emergencia que no llegara a ninguna parte, aglomerada de vanidades, condensada en circunstancias, cargada de condiciones y deseos. Viviendo de convencimientos, palabras y silencios, viviendo de todos.
En el transcurso de las noches vi mucha gente y conocí a pocos, respire de ellos mas no transpire a ninguno, y volé sobre ciudades destruidas, sobre lugares solitarios y lágrimas ajenas. Creí que vivir de momentos, fugaces y audaces me perderían de mi misma; diseñe planes y actitudes, trampas y escaleras de suficiencia; deje de comprenderme y de pensarme, nade entre sabanas y soles, fríos y canciones y me sumergí en incertidumbres, titubeos y fluctuaciones.
Mirando atrás vislumbre mis intentos naufragados de vivir.

Pero sigo preguntándome por aquel instante diluido, entre que me sumergí en vacilaciones y emergí en añiles.

Por que ahogada de pasiones y demencias, irrumpí en un grito de sal, suplicando por existir un poco más, renuncié a mis creaciones, desistí de mis necedades y abandone la potestad de mi transcurrir, implorando por una oportunidad más. Perdí la consciencia hundida en mi caos y desperté bañada en índigos, en besos de agua y caricias de sal, desperté a una siguiente ocasión.

Por primera vez, vislumbre la nitidez de los rostros, distinguí los sonidos en mis oídos, y comprendí las razones de la locura, por primera vez pise un mundo extraordinario, carente de nimiedades, un mundo pueril, repleto de instantes eternos y silencios sonoros, extendido en particularidades y matices. Transpire esencias y aliados, volé sobre la brisa, las explanadas y los regocijos.
En el ahora, vivo de eternidad, una eternidad intrépida, arriesgada y atrevida, en el deleite de mi existencia, diseño sueños y acciones, nado entre utopías convertidas en mi diaria realidad. Emerjo en la gloria de lo sobrenatural, en la intimidad de lo posible, en la creencia de lo inalcanzable, emerjo en los sueños de Dios.

Cada ocaso sigo buscando el motivo de la gracia y el perdón, la razón de una segunda, tercera y cuarta ocasión, y sigo preguntándome si puede alguien haber creado un mundo mas fantástico que ese instante,

En el que sumergida en mis naufragios,

Emergí en ti.