Tengo en la mente la imagen coagulada de una mariposa desmoronándose
en mi boca.
Una mariposa negra con las puntas caoba como esas que se
posan en la esquina del cuarto prediciendo las tristezas.
La boca abierta y la lengua roja de tanta sangre que
borbotea en mi garganta. Me es inevitable relacionar mis hemorragias con una
perdida absoluta, me brota el plasma sanguíneo al mismo tiempo que me brota la
ausencia. He perdido tanta gente con los charcos ferrosos que huyeron del cuerpo que a veces intento inútilmente
contener mi sangre en la cuenca que hago juntando las manos esperando así
salvarme del infortunio.
Pero esta vez he hecho de mi garganta un cuenco profundo
donde descansar la sangre rebelde y carroñera, con movimientos linguales la
mantengo caliente y poco a poco la mezcla oscura de mis plaquetas con los
restos cadavéricos de la mariposa se resbalan de la lengua para seguir su
procesión hacia mi cuello.
Las manos paralizadas a los costados, engarrotadas, inútiles
extensiones de un cuerpo aferrado a su objetivo mesiánico, una especie de crucifixión
metafísica.
¿Cuáles son los pecados que estoy pagando?
Mariposa como mal agüero
acariciando los interiores de mi boca, mojándose con la saliva de las palabras
erradas, desintegrándose sobre mi cara abierta, herida.
Tengo en la mente la imagen acribillada de mis angustias desmembrándose
en la desembocadura de mis ideas. Un desagüe asfixiado en la terquedad de
retener el extravío. Un organismo suspendido, degenerativo.
Me acerco a mi misma y pongo mi mano derecha en la nuca de
mi despliegue, con la izquierda sostengo su cintura y en un movimiento continuo
levanto su cabeza y la recuesto sobre mi hombro hasta posar sus labios en la
piel eriza. La sangre aflora violentamente y empapa mi cuerpo desnudo de su
olor a hierro, me convierto en chorreante color granate que deja resbalar hasta
mi sexo un ala negra desmembrada del presagio.
Poco a poco mi despliegue se endereza y me mira a los ojos,
puedo ver allí mi cuerpo ensangrentado y emergiendo del color arterial mi
rostro libre. Abro la boca y con la sonrisa escondida procedo a mis ejercicios
linguales.