Ya no ME MOJAS como antes, tan ya no me mojas que mirarte desnudo me resulta incluso grotesco e innecesario. Y sigo jadeando, más por costumbre y obediencia que por el calor de tus piernas en mis muslos tensos.
Me tomas de la cadera como trapo viejo y me penetras, ME PENETRAS sin apenas mirarme.
Lloro y TE CORRES sobre mis pezones. Te corres y no te das cuenta de que lloro.
Precipitado y quedo.