Te quiero simplemente por tu rostro.
Te quiero por ese gesto tuyo cuando estas dormida, por aquella arruga en tu frente que se marca cuando hay sol, por tus largas pestañas que chocan con el vidrio de esos anteojos que usas antes de dormir.
Te quiero por aquellos labios partidos en los días de frío, y por tus mejillas sonrosadas cuando te veo desnuda.
Te quiero por tu piel perfecta y ese pequeñísimo bulto en tu barbilla, por tus ojeras en la mañana, por ese lunar escondido al final de tu ceja.
Te quiero por las tres tonalidades mezcladas en tus ojos, por la irregularidad casi imperceptible de tu nariz y por aquella manera en que juegas con tu lengua cuando estas en silencio.
La verdad, he de confesar mi vida, que solo te quiero por ese lindo rostro tuyo.
Puedes quejarte conmigo todo lo que quieras, reclamarme esa hiriente sinceridad, esa falta de prudencia en mis palabras, la rudeza de ese “simplemente”. Puedes echarme en cara querida que es solo algo físico, que es algo temporal que no cuenta en lo absoluto. Pero debo reiterar y no me cuesta decírtelo otra vez, que es solo por cada uno de tus gestos que yo te quiero.
Pregúntame mejor algo distinto si lo que buscas es otra respuesta.
Pregúntame por que te adoro por ejemplo.
Te adoro simplemente por tus palabras.
Te adoro por la manera en que me saludas cada mañana, por el agradecimiento cuando te paso el tazón en medio de una película y por las múltiples veces que me has dicho que no.
Te adoro por tus balbuceos a mitad de la noche, por los gritos desesperados a la mitad de una pelea y por cada susurro en mi oído.
Te adoro por la forma en que contestas el teléfono, por el tono que adoptas cuando hablas seriamente y por tus argumentos en la mesa.
Te adoro por cada una de tus ocurrencias, por tus chistes de medio día y por esas contadas veces que dices cosas indebidas.
He de confesar una vez más mi amor, que solo te adoro por esa voz seductora que tienes.
¿No te convence tampoco? No me quedan tantas respuestas nena, pero me queda una última proposición…
Pregúntame por que te amo.
Te amo simplemente… así.
No tengo razones por las cuales amarte, no tengo respuestas para ese por qué.
Te amo por que sí.
Y ¿Cómo lo se?
Sé que te amo, por que no concibo otra manera de verte.
Sé que te amo por que estoy obsesionado con tus ojos y por que escucho tu voz incluso cuando callas.
Sé que te amo por que conozco cada variación en tus palabras y cada gesto de tu cara.
Sé que te amo querida por que no me queda duda de ello, por que solo duermo bien a tu lado, por que tu presencia le da significado a la mía.
Sé que te amo por que tu bienestar, tu felicidad y tu ser esta antes que cualquier cosa y por que quererte y adorarte no me es suficiente.
He de confesar una ultima vez mi niña que te amo por que me es una necesidad.
Si nena, te quiero, te adoro, te amo… y no me canso de decirte por que.
Y si aquello no te tiene satisfecha, entonces pequeña no me quedan más respuestas.
Te quiero por ese gesto tuyo cuando estas dormida, por aquella arruga en tu frente que se marca cuando hay sol, por tus largas pestañas que chocan con el vidrio de esos anteojos que usas antes de dormir.
Te quiero por aquellos labios partidos en los días de frío, y por tus mejillas sonrosadas cuando te veo desnuda.
Te quiero por tu piel perfecta y ese pequeñísimo bulto en tu barbilla, por tus ojeras en la mañana, por ese lunar escondido al final de tu ceja.
Te quiero por las tres tonalidades mezcladas en tus ojos, por la irregularidad casi imperceptible de tu nariz y por aquella manera en que juegas con tu lengua cuando estas en silencio.
La verdad, he de confesar mi vida, que solo te quiero por ese lindo rostro tuyo.
Puedes quejarte conmigo todo lo que quieras, reclamarme esa hiriente sinceridad, esa falta de prudencia en mis palabras, la rudeza de ese “simplemente”. Puedes echarme en cara querida que es solo algo físico, que es algo temporal que no cuenta en lo absoluto. Pero debo reiterar y no me cuesta decírtelo otra vez, que es solo por cada uno de tus gestos que yo te quiero.
Pregúntame mejor algo distinto si lo que buscas es otra respuesta.
Pregúntame por que te adoro por ejemplo.
Te adoro simplemente por tus palabras.
Te adoro por la manera en que me saludas cada mañana, por el agradecimiento cuando te paso el tazón en medio de una película y por las múltiples veces que me has dicho que no.
Te adoro por tus balbuceos a mitad de la noche, por los gritos desesperados a la mitad de una pelea y por cada susurro en mi oído.
Te adoro por la forma en que contestas el teléfono, por el tono que adoptas cuando hablas seriamente y por tus argumentos en la mesa.
Te adoro por cada una de tus ocurrencias, por tus chistes de medio día y por esas contadas veces que dices cosas indebidas.
He de confesar una vez más mi amor, que solo te adoro por esa voz seductora que tienes.
¿No te convence tampoco? No me quedan tantas respuestas nena, pero me queda una última proposición…
Pregúntame por que te amo.
Te amo simplemente… así.
No tengo razones por las cuales amarte, no tengo respuestas para ese por qué.
Te amo por que sí.
Y ¿Cómo lo se?
Sé que te amo, por que no concibo otra manera de verte.
Sé que te amo por que estoy obsesionado con tus ojos y por que escucho tu voz incluso cuando callas.
Sé que te amo por que conozco cada variación en tus palabras y cada gesto de tu cara.
Sé que te amo querida por que no me queda duda de ello, por que solo duermo bien a tu lado, por que tu presencia le da significado a la mía.
Sé que te amo por que tu bienestar, tu felicidad y tu ser esta antes que cualquier cosa y por que quererte y adorarte no me es suficiente.
He de confesar una ultima vez mi niña que te amo por que me es una necesidad.
Si nena, te quiero, te adoro, te amo… y no me canso de decirte por que.
Y si aquello no te tiene satisfecha, entonces pequeña no me quedan más respuestas.