Volteaba mi cabeza a todos lados y sin algo que limitara mi vision, los ojos y mi vista se volaban al infinito esperando encontrar una barrera en algun punto de esta blancura.
-En que tanto piensas?- yo te preguntaría si fueras tú el de la mirada perdida - En mis ganas de besarte- respondería yo si tú fueras quien te preguntaras a ti mismo sobre la mirada perdida.
Y es entonces cuando mi cabeza voltea en el angulo perfecto para encontrar las ondas circulares que forman tus mechones de cabello regados por la almohada y que terminan siempre a lado de tu boca. La música la has escogido tú, una de esas tantas veces que te paraste de la cama con la espalda descubierta y rozaron tus muslos entre los mios para pisar el frío suelo en la madrugada. Los violines se incrementan, mientras que todos los demás instrumentos se ponen de fondo, yo... te observo, esperando tus reacciones, tus facciones y tus besos.
-Eres de las que cierran los ojos cuando la música se calla y se quedan los cuerpos al descubierto?- te preguntaría yo si tú fueras yo y yo fuera tú.
Y seguramente, como son las cosas y la tautología en que vivimos... no me responderías absolutamente nada.
Y tus mechones de cabello, como tus besos y mis despedidas, mi visión y los pensamientos mutuos, a lado de las preguntas intercambiadas tendrían el mismo final; y que importa si esta vez eres tú quien pregunta o si soy yo quien contesta...
Seguimos quedandonos sin respuesta.
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